La propuesta de realizar la Asamblea Anual de la Asociación Amigos de Ifni, correspondiente a 2011, en Sidi Ifni propició que algunos de los asociados valencianos, acaso con excesivo celo, adquiriésemos los billetes para desplazarnos a nuestra querida ciudad marroquí dado que los pasajes del vuelo Valencia-Casablanca o del Valencia-Marrakech suelen agotarse con rapidez. La suspensión asamblearia en Sidi Ifni nos cogió con los billetes en los bolsillos y con el firme propósito de desplazarnos con o sin asamblea.
Así pues, algunos a partir del día 6 de marzo y otros del 12, un grupo de Amigos de Ifni valencianos nos desplazamos a ese territorio tan estimado por todos nosotros.
El trayecto desde Agadir a Sidi Ifni nos deparó una más que agradable sorpresa ya que unos pocos kilómetros antes de Mirleft nos topamos con un letrero que indicaba que allí empezaba el territorio de la actual provincia de Ifni. Como todos conoceréis, tras la remodelación territorial de Marruecos, se ha creado la provincia a partir de lo que conformó en su día el territorio de la provincia española de Sidi Ifni ampliándola hacia el norte hasta englobar el municipio de Mirleft. Cruzar la línea divisoria entre las provincias de Tiznit e Ifni nos produjo una sensación singular ya que de alguna manera sentíamos que aquel territorio no solo adquiría rango de ente administrativo sino que favorecía el sentimiento de pertenencia a un espacio que nosotros siempre hemos considerado como individualidad física, histórica y social.
Llegar a Sidi Ifni siempre nos introduce en una especie de estado anímico peculiar. Aquella ciudad no es un simple recuerdo de unos años más o menos venturosos, tampoco el lugar donde se amalgaman anécdotas, alegrías y sufrimientos, como no es sólo un paisaje querido. Tanto para los allí nacidos como para los residentes en una u otra época, Sidi Ifni adquiere para todos la condición de referente vital. Es una parte de nosotros mismos. Se produce una especie de ósmosis entre la persona y la ciudad hasta el punto de creer que siempre has estado allí y que cualquier cosa que allí ocurra te ocurre a ti.
Los días transcurrieron demasiado deprisa para poder exprimir hasta la saciedad la compañía de amigos como Abdullah, Hassan, Mustafá, …… Pero no por ello dejamos de gozar de momentos muy agradables (quiero recordar la comida en la cábila del padre de Ahmed), sentimentales (como la visita a Tagragra y la emoción de Angel Ruiz), solidarios (como la toma de contacto con la Association Dia que trabaja en la formación de personas minusválidas), y especialmente de colaboración administrativa. Efectivamente el día 14 de marzo nos recibió el nuevo gobernador de Ifni, el señor Mamay Bahia, que en un magnífico español (estudió en Zaragoza y otras ciudades españolas) nos comentó sus proyectos para elevar el potencial social y de bienestar de la provincia y su interés en mantener la estructura urbana de Sidi Ifni con las características singulares que la presencia española allí imprimió.
Debemos señalar que las palabras del gobernador no sólo nos parecieron oportunas y positivas sino que, en cierto modo, favorecían el intercambio que asociaciones y personas relacionadas con el territorio podían aportar. Nos invitó a que próximamente, ya que en aquellos días no pudo ser, se celebrase la asamblea anual en Sidi Ifni. Nada más oportuno que la reunión anual de quienes con orgullo lucen su amistad con aquel lugar se congreguen en el objeto de su razón de ser.
Pudimos comprobar como en estos últimos meses se ha producido un evidente mejoramiento de la vida comunitaria. Calles más limpias. Un nuevo hotel que en nada tiene que envidiar a los europeos. Recuperación de jardines y espacios verdes. Oferta gastronómica y comercial más atractiva. Pero sobre todo la afabilidad y simpatía de nuestros hermanos ifneños. Nada es comparable con la amistad y afecto que en cada momento nos demuestran con gestos, acciones, palabras y hechos. Probablemente nosotros jamás seremos capaces de devolver tanta ternura y gratitud con la que diariamente nos obsequian.
Pero todo tiene su fin. Y unos antes y otros después (por cierto aún nos dio tiempo para encontrarnos con un grupo de catalanes que periódicamente viajan a Ifni) tuvimos que regresar a Valencia. Regreso físico porque el sentimiento queda prendado entre el Bulalan y los Arcos.
Volveremos corporalmente porque es imposible desligarnos de una parte de nosotros mismos. Del sentimiento de ser y sentirnos Ifni.
El grupo de valencianos que se desplazó la primera quincena de marzo a Sidi Ifni.
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